He tenido en el plazo de una semana varias conversaciones referidas al sexo –ese gran tabú en nuestra sociedad- y me he acordado de lo que se decía en mi época de la edad del pavo, “si le das la leche, no comprará la vaca”, o lo que es lo mismo, si te enrollabas con un chico –besos y acaso algún toqueteo- no saldría formalmente contigo. Y entonces me he puesto a pensar, algo que hago de vez en cuando. Seguro que eso lo dijo alguien con complejo. Expondré mi teoría. Deduzco de la dichosa frase en cuestión que lo que viene a decir es, “enamórale con tus encantos antes de acostarte con él por si luego no vuelve a llamar”. Bien, si quien inventó la frase fuera guapa o tuviera buen cuerpo o, dicho de otra manera más directa, estuviera buena, seguro que no habría ningún problema en que el chico en cuestión volvería a llamar.
El sexo es algo natural y mientras se haga queriendo y con seguridad, ¿por qué no?
Seguimos en una sociedad hipócrita y puritana donde si unos adolescentes se acuestan juntos en una serie al capítulo siguiente la chica teme haberse quedado embarazada (mi generación recordará el capítulo de Brenda en Sensación de Vivir, por ejemplo). ¿No sería más fácil enseñar en esas series a que usen protección? ¿Tanto escandaliza ver un preservativo/condón/goma/capucha? Y eso por no hablar de la falta de educación sexual en las escuelas.
Aún todavía persisten varios tabúes con este tema y si no me creen les voy a poner varios ejemplos: las mujeres no piensan tanto en el sexo, las mujeres no ven porno y, por supuesto, las mujeres no se masturban. Esto no es real, y de acuerdo que no lo vamos a sacar en una conversación hablando de la situación política en España –aunque bien que nos están dando por culo- pero en el caso de que salga, ¿por qué negarlo? No te hace ni más ni menos mujer pero desde luego lo que sí que ocurre es que serás más sincera. Y no se ofendan, señoras mías, pero es que eso ya no hay quien se lo crea. Hay excepciones, por supuesto, y sinceramente, no saben lo que se pierden.
Volviendo al principio de la entrada, recuerdo que tres del mismo grupo de amigas perdimos la virginidad con pocos meses de diferencia: una con un extraño, otra con un chico con el que tenía confianza pero no iba a volver a ver y la última con el novio. Y es que hay para todos los gustos y colores y posiciones y lugares y hay que dejarse ya de escandalizarse porque se haya visto un pezón –curioso, el resto del pecho se puede ver sin problemas- o por escribir la palabra pene o, sin ir más lejos, lo bonito y bien visto que está el cuerpo femenino y lo oculto que se encuentra el masculino, y si no, díganme, ¿cuántas veces han visto un desnudo integral masculino sin que sea noticia?
Y no pretendo escandalizar, como parece que sucede si se escribe sobre sexo, solo reivindico la naturalidad. Es como esos videos porno japoneses donde pixelan los genitales pero no tienen problema en que trate de un abuso o una violación –recreaciones, ojo, que ninguno son reales-.
Por un lado una piensa que se debe a la educación tan profundamente religiosa que se ha vivido y que, si no lo impedimos, seguirá arraigada en este país, ya que todos sabemos cómo funcionan los mandatos de la Santa Madre Iglesia, a pesar de que no sean precisamente un ejemplo de buenas prácticas, pero ese es otro tema.
Sin embargo, si bien es cierto que los ateos hablamos del sexo con más libertad que los católicos, teniendo en cuenta que no todas las sociedades son religiosas y cada vez menos, ¿dónde está, pues, el problema? ¿Por qué si una mujer se acuesta con quien quiera –y cuántos quiera- es una puta? ¿Por qué se le da de lado? ¿Por qué no pueden enseñar un brazo en Afganistán, por ejemplo, ya que dicen que incita al sexo? ¿Por qué siguen echando aún hoy en día a las mujeres que dan de mamar a sus bebés en sitios públicos justificándolo en que provoca pensamientos obscenos?
Espero que cambiemos el hecho de que todavía se soporte mejor una paliza que un polvo, dicho vulgarmente.
Y todo esto para terminar diciendo: “Si te preguntan, y tú quieres, no te autocensures, disfruta, a nadie le amarga un orgasmo”.