No sé bien lo que pasó
Entonces pudimos haber hecho 2 cosas:
romperlo del todo
o tratar de arreglarlo de una vez.
Hasta aquel momento sólo
habíamos usado la opción equivocada:
tapar las grietas.
No sabíamos cómo tomar ninguno
de los otros dos caminos.
El primero requería
salir de los recintos de la cobardía,
aprender a dar las gracias
-o a odiar sin titubeos-
y repartirse los recuerdos.
El segundo requería
salir de los recintos de la cobardía,
aprender a agradecer,
reconocer la mediocridad que nos amparaba
y poner de acuerdo los recuerdos,sobre todo aquellos que se irían
fabricando a partir de entonces.
No sé bien lo que pasó,si lo logramos,
si salimos de la cobardía por la puerta de entrada
o del amor por la puerta de atrás.
Sólo recuerdo que nunca suele ser como uno espera
y que algunas veces pienso que soy feliz.
Ocho puntos de sutura
1- Siempre acaban volviendo tus ojos a provocar nuevos destrozos, a enseñarme todos los trenes que no podré tomar.
2- Siempre acaban volviendo tus ojos para abrocharme a la impaciencia como 2 botones oscuros.
3- Pero vuelven también tus ojos como dos disparos contra la soledad, para cruzarme por dentro y salir de nuevo en estampida,
4- Siempre acaban volviendo tus ojos para despegarme el corazón del cuerpo, para quitarle el nombre a la heridas, para tirarlas al mar.
5- Siempre acaban volviendo tus ojos, para explicarle a todos que mirar es una cosa y que me mires tú es un verbo diferente.
6- Siempre acaban volviendo tus ojos, tirando todo por el suelo: mi entereza, los portales, el color de los domingos.
7- Siempre acaban volviendo y tengo que sacar bandera blanca y rendirme, recoger mi corazón del suelo,
8- Y me da por pensar, que tal vez esta vez, tus ojos, por fin, esconden un tal vez...
1- Siempre acaban volviendo tus ojos a provocar nuevos destrozos, a enseñarme todos los trenes que no podré tomar.
2- Siempre acaban volviendo tus ojos para abrocharme a la impaciencia como 2 botones oscuros.
3- Pero vuelven también tus ojos como dos disparos contra la soledad, para cruzarme por dentro y salir de nuevo en estampida,
4- Siempre acaban volviendo tus ojos para despegarme el corazón del cuerpo, para quitarle el nombre a la heridas, para tirarlas al mar.
5- Siempre acaban volviendo tus ojos, para explicarle a todos que mirar es una cosa y que me mires tú es un verbo diferente.
6- Siempre acaban volviendo tus ojos, tirando todo por el suelo: mi entereza, los portales, el color de los domingos.
7- Siempre acaban volviendo y tengo que sacar bandera blanca y rendirme, recoger mi corazón del suelo,
8- Y me da por pensar, que tal vez esta vez, tus ojos, por fin, esconden un tal vez...
Consideraciones con respecto al olvido
El olvido es una disciplina sin geometría
es igual que recordar a una chica sin rostro
es como los espejos
que no se acuerdan de sus visitantes
unos segundos después
es una emoción sin nombre
volver a sentir nada.
El olvido es lo contrario a una cama desecha
es el rival de la tarde en que te fotografié desnuda
y es quien convierte tu corazón en una trinchera
y tu memoria en un vertedero de momentos dulces.
El olvido siempre cobra caro el amor
como una novia rencorosa.
Es el precio de haber amado y no haber sabido ganar
cuando apostaste todo a la casilla azul de su mirada.
Es correr en dirección contraria a las caricias
es una habitación con todo cambiado de sitio
pero sin nadie dentro
es la pregunta que llena los bares de gente
y la respuesta que llena los vasos de bocas.
También es el rincón concreto de la tierra que no sé habitar
porque mis mapas miran al pasado
porque tengo cien mil manchas con tu nombre en la memoria.
Sigue persiguiéndome de noche
el mensaje oculto de tus pendientes
tu silueta vista a contraluz
tu risa como una manzana abierta
tu pubis de anémonas sujetado por el sueño
la pura geometría nórdica de tu abdomen
que descendía hasta mí como una noche de verano.
En las estanterías no me caben más recuerdos
ya no hay más sitio para ti.
Acabo de tomar mi decisión:
hoy bajaré al parque y me sentaré
en un banco a esperar que las palomas
caminen alrededor de mi vida
y picoteen hasta que no quede
ni un grano de tu recuerdo.
El olvido es una disciplina sin geometría
es igual que recordar a una chica sin rostro
es como los espejos
que no se acuerdan de sus visitantes
unos segundos después
es una emoción sin nombre
volver a sentir nada.
El olvido es lo contrario a una cama desecha
es el rival de la tarde en que te fotografié desnuda
y es quien convierte tu corazón en una trinchera
y tu memoria en un vertedero de momentos dulces.
El olvido siempre cobra caro el amor
como una novia rencorosa.
Es el precio de haber amado y no haber sabido ganar
cuando apostaste todo a la casilla azul de su mirada.
Es correr en dirección contraria a las caricias
es una habitación con todo cambiado de sitio
pero sin nadie dentro
es la pregunta que llena los bares de gente
y la respuesta que llena los vasos de bocas.
También es el rincón concreto de la tierra que no sé habitar
porque mis mapas miran al pasado
porque tengo cien mil manchas con tu nombre en la memoria.
Sigue persiguiéndome de noche
el mensaje oculto de tus pendientes
tu silueta vista a contraluz
tu risa como una manzana abierta
tu pubis de anémonas sujetado por el sueño
la pura geometría nórdica de tu abdomen
que descendía hasta mí como una noche de verano.
En las estanterías no me caben más recuerdos
ya no hay más sitio para ti.
Acabo de tomar mi decisión:
hoy bajaré al parque y me sentaré
en un banco a esperar que las palomas
caminen alrededor de mi vida
y picoteen hasta que no quede
ni un grano de tu recuerdo.
Entre nosotros
Siete paradas de metro
treinta y cinco minutos
diez calles.
Te llamo
y marco en el teléfono
el número de besos que caben en tu cuerpo.
Siete paradas de metro
treinta y cinco minutos
diez calles.
Te llamo
y marco en el teléfono
el número de besos que caben en tu cuerpo.
La triste historia de tu cuerpo sobre el mío
Todavía me acuerdo de ese verano.
Mi soledad y tu soledad se acostaban juntas
jugaban a pegar trozos, maderas del galeón hundido.
Nos besábamos con verdadero dolor
con la piel en el presente y la cabeza en el pasado
recordando fechas, olvidando promesas
y nos sumergíamos en la noche de las piernas
sorteando el miedo como en una carrera de obstáculos
contra los monstruos del desaliento.
El sudor era una tregua entre cien aёos de guerra,
nos queríamos morir, tan bonitos y tan tristes
como un juguete nuevo en una fábrica abandonada.
Yo tenía 15 y tú 17. No, no eran nuestros aёos
sino nuestros fracasos,
esos episodios que te definen mejor
que cualquier costumbre familiar.
"¡Venga, despierta!" me decías
y yo te miraba en espiral
porque te amaba pero quería salir corriendo.
Mis dedos no sabían ya pronunciar una caricia
sin que surgiera un nuevo temor desde las yemas.
Incapaz de mirar a las decepciones a la cara
volvía de lleno a tu centro, a derramarme, a licuarme,
a llenarte de blanco la oscuridad,
a dejarte pringada la soledad,
a cubrirte con los chorros de mi angustia.
Te metía los dedos bajo la tristeza
y los sacaba mojados de promesas rotas:
tu coёo era una guarida tenue
mi corazón una maquina de hielo.
Así pasó el tiempo,
como un tren de sólo dos pasajeros
camino hacia la desilusión.
Luego nos dimos cuenta de todo,
de que ese verano en realidad fuiste mía
de que mi vida estaba a tu nombre
pero como suele pasar
nos dimos cuenta tarde.
Todavía me acuerdo de ese verano.
Mi soledad y tu soledad se acostaban juntas
jugaban a pegar trozos, maderas del galeón hundido.
Nos besábamos con verdadero dolor
con la piel en el presente y la cabeza en el pasado
recordando fechas, olvidando promesas
y nos sumergíamos en la noche de las piernas
sorteando el miedo como en una carrera de obstáculos
contra los monstruos del desaliento.
El sudor era una tregua entre cien aёos de guerra,
nos queríamos morir, tan bonitos y tan tristes
como un juguete nuevo en una fábrica abandonada.
Yo tenía 15 y tú 17. No, no eran nuestros aёos
sino nuestros fracasos,
esos episodios que te definen mejor
que cualquier costumbre familiar.
"¡Venga, despierta!" me decías
y yo te miraba en espiral
porque te amaba pero quería salir corriendo.
Mis dedos no sabían ya pronunciar una caricia
sin que surgiera un nuevo temor desde las yemas.
Incapaz de mirar a las decepciones a la cara
volvía de lleno a tu centro, a derramarme, a licuarme,
a llenarte de blanco la oscuridad,
a dejarte pringada la soledad,
a cubrirte con los chorros de mi angustia.
Te metía los dedos bajo la tristeza
y los sacaba mojados de promesas rotas:
tu coёo era una guarida tenue
mi corazón una maquina de hielo.
Así pasó el tiempo,
como un tren de sólo dos pasajeros
camino hacia la desilusión.
Luego nos dimos cuenta de todo,
de que ese verano en realidad fuiste mía
de que mi vida estaba a tu nombre
pero como suele pasar
nos dimos cuenta tarde.
Casi
Un álbum de cromos inacabado.
El gol que no marco Pelé.
Una noche de ensueño que acaba sin un te llamaré.
La flor exacta de un cactus.
Mirar el mar a través del cristal.
Que coincidan con el tuyo cuatro de los cinco números de la lotería.
Una playa artificial.
Escribir la palabra todo
y tirar de la cadena para que al final
nos quedara la palabra casi.
En eso consistió nuestra historia.
Un álbum de cromos inacabado.
El gol que no marco Pelé.
Una noche de ensueño que acaba sin un te llamaré.
La flor exacta de un cactus.
Mirar el mar a través del cristal.
Que coincidan con el tuyo cuatro de los cinco números de la lotería.
Una playa artificial.
Escribir la palabra todo
y tirar de la cadena para que al final
nos quedara la palabra casi.
En eso consistió nuestra historia.
Todos sueñan
El mendigo sueña con un billete en su vaso
y el vaso con una boca que lo bese.
Por la acera donde suspira el vaso
pasa un adolescente que sueña con invitar a bailar a Eva
mientras Eva sueña con conocer algún día al futbolista de su carpeta.
Los futbolistas sueñan con poder ir con sus chicas al cine
y la chica del cine que no les dará las entradas
sueña con un fin de semana libre.
El parado que se pasa los sábados y domingos al sol
sueña con un puesto de-lo-que-sea-en-donde-sea
y el inmigrante ecuatoriano que aceptó
ese trabajo insalubre antes que él sueña con tener papeles.
El funcionario que le denegó el permiso de trabajo
sueña con la hora del cigarrillo
y de camino hacia al estanco choca
con un hombre gris que sueña con ser cantante
y que ignora que el cantante sueña
con que le miren sin luz de escenario,
alguien que quiera mirarle dentro.
Tras el concierto su manager
sueña con un contrato millonario.
Y yo sólo sueño con volver a verte.
El mendigo sueña con un billete en su vaso
y el vaso con una boca que lo bese.
Por la acera donde suspira el vaso
pasa un adolescente que sueña con invitar a bailar a Eva
mientras Eva sueña con conocer algún día al futbolista de su carpeta.
Los futbolistas sueñan con poder ir con sus chicas al cine
y la chica del cine que no les dará las entradas
sueña con un fin de semana libre.
El parado que se pasa los sábados y domingos al sol
sueña con un puesto de-lo-que-sea-en-donde-sea
y el inmigrante ecuatoriano que aceptó
ese trabajo insalubre antes que él sueña con tener papeles.
El funcionario que le denegó el permiso de trabajo
sueña con la hora del cigarrillo
y de camino hacia al estanco choca
con un hombre gris que sueña con ser cantante
y que ignora que el cantante sueña
con que le miren sin luz de escenario,
alguien que quiera mirarle dentro.
Tras el concierto su manager
sueña con un contrato millonario.
Y yo sólo sueño con volver a verte.
Poema a la manera de Benjamín Prado
Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste, rozaste mi vida, se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.
Tú te llevaste los serruchos
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.
Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.
La amargura tejía sus ciudades en mis cuadernos
pero llegaste para hacer sonreír a las cucharas
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.
Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas.
Yo sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas de periódicos.
Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta a todo.
Te abracé y la niebla perdió su nombre.
Crucé tu espalda y se abrieron las jaulas.
Entonces me hablaste, rozaste mi vida, se borraron los cuervos.
Cuando escuché tu nombre se tacharon las espadas.
Tú te llevaste los serruchos
viniste con las manos llenas de parques.
Tú me miraste y el cansancio se dio la vuelta.
Te desabroché la blusa y se cerró la tristeza.
Yo era un hombre cubierto de maleza,
yo era un hombre abrochado al desánimo,
intentaba hacerle esguinces al invierno.
La amargura tejía sus ciudades en mis cuadernos
pero llegaste para hacer sonreír a las cucharas
para tenderle una emboscada a los cuartos vacíos.
Besarte fue zarpar hacia un país sin dudas.
Yo sólo recuerdo la dirección de tu cuerpo.
Soltaste por mi cuarto los pájaros del júbilo
que volaron todos juntos como cien mil toneladas de periódicos.
Tu cara fabrica diques contra la melancolía.
La soledad son cien millones de preguntas.
Tu cintura es la respuesta a todo.
Las cosas que me separaron de ti
Primero
y como motivo principal
fue nuestros corazones de fruta verde
incapaces de ser masticados.
El frío que hacía a tres manzanas de tu vida.
Mi alergia al compromiso, tu alergia a verte sola.
Mis ganas de saber qué películas
estaban en cartelera bajo otras faldas.
Encontrar sólo el recuerdo del recuerdo
del recuerdo de lo que andábamos buscando.
Lo mucho que nos parecíamos a las parejas
a las que no nos gustaría parecernos.
Nuestra forma de no encontrar la forma de hacerlo de otra forma.
No querer que me recordaras como un cabrón
por haberte seguido sin amarte.
Pensar que ya sólo podríamos aspirar a victorias minúsculas.
Nuestra forma de hacer del amor un deporte de riesgo.
Escribo estas líneas
porque nunca fui del todo justo
cuando te culpé de todo a ti.
Primero
y como motivo principal
fue nuestros corazones de fruta verde
incapaces de ser masticados.
El frío que hacía a tres manzanas de tu vida.
Mi alergia al compromiso, tu alergia a verte sola.
Mis ganas de saber qué películas
estaban en cartelera bajo otras faldas.
Encontrar sólo el recuerdo del recuerdo
del recuerdo de lo que andábamos buscando.
Lo mucho que nos parecíamos a las parejas
a las que no nos gustaría parecernos.
Nuestra forma de no encontrar la forma de hacerlo de otra forma.
No querer que me recordaras como un cabrón
por haberte seguido sin amarte.
Pensar que ya sólo podríamos aspirar a victorias minúsculas.
Nuestra forma de hacer del amor un deporte de riesgo.
Escribo estas líneas
porque nunca fui del todo justo
cuando te culpé de todo a ti.