Poesía, cuentos, series, curiosidades, política, fotografía, cementerios del mundo, religión, festivales de música... todo tiene cabida si me parece interesante y creo que te puede interesar. Gracias por pasar, no te olvides de volver a visitarme pronto.
miércoles, 30 de octubre de 2013
Tíiiiiiiiiiiiiiiia
Vienes de currar cansada, haces la compra, tienes que darle un recado a tu hermana. Llamas a la puerta, te abren y se vuelven a marchar cada uno a sus cosas. Entras, saludas a la niña, preguntas qué va a hacer en Halloween. Vas donde el pequeño, le están cambiando. "Hola", saluda sonriente. Le coges cuando han terminado, te sonríe. Le llevas a la trona, empezáis a jugar. No, si yo me iba, solo tenía que decirte que... Tu hermana desaparece entre mandarinas y minipimers. Vale, no hay problema, hasta mañana. Miras al crío en la trona. Te sonríe más. Vale, ronda de besos y me largo. Te despides de la mayor, absorta en los dibus. Del cuñado. Te despides de la hermana. En diez minutos te paso la cena. Te vas a despedir de él. "No, no", dice el muy capullo. Y se empieza a reír. Que sí, que me voy. ¡Pero no tires eso al suelo! Lo recojo y me voy. "No, no". Se ríe. Me marcho, ya viene mamá con la cena. "No, no". A ver si aprendes a hablar ya. Pero para qué, si me sigues sonriendo y así no hay quien se vaya a su casa. No me mires, mira la cena, ya la tienes. Y él come, pero también me sonríe. Si vas donde mamá tráeme la olla. Voy donde mi madre. Hola, mamá, ¿los gatos? ¿la olla? ¿Qué hora será ya? Ayúdame, anda, ¿todo bien? De nuevo llamando donde mi hermana. ¿Le he dado el recado entre mandarinas y dibujos animados? Toma, la olla. En cinco minutos te paso la cena. "Hola", se oye al fondo. ¿Cinco minutos? pregunto desde el umbral. "Hola", oigo de nuevo. Para cinco minutos... Él está sonriendo, y me mira con la cara ladeada mientras le asoman los dientecillos y tiene puré hasta en las orejas. "Hola". Hola, Asgard, a ver si aprendes a hablar. Di tía. Tíiiiiiiiiiiiiiia. Mira, mira los dientes, tíiiiiiiiiiiiiiiiiiia.
martes, 22 de octubre de 2013
Reflexiones
Lo que pudo haber sido y no es
1
No me gusta septiembre como tampoco me gusta año nuevo. Primero, porque conlleva que se acabe lo bueno. Segundo, porque es mentira que sea un nuevo comienzo, lo que es, es un recordatorio de que de nuevo, no te has hecho un tatuaje, no has viajado a Petra ni has mandado la colección de cuentos a una editorial. Y por supuesto, no te has vuelto a enamorar.
Solo pasan los días, unos más lentos, otros más rápidos... (sí, lo he escrito bien, ¿acaso el tiempo no es relativo?) y tú sigues con tu lista de propósitos sin despegar el culo del sofá.
Cobardía y pereza son mis apellidos, y al principio tenía su gracia pero es que una no para de cumplir años y como, aquí de nuevo, el tiempo es relativo, para unas cosas me siento muy joven pero para otras, excesivamente mayor. Diría que ojalá pudiera empezar de cero pero, ¿de veras cambiaría algo? ¿estudiaría más? ¿ahorraría más? ¿sería mejor persona?
Es duro afrontar cómo todos tus sueños se van desvaneciendo y cómo al final no eres más que otra oveja anodina.
Pero al fin y al cabo, ¿quién soy yo? ¿soy alguien sin la mirada y los oídos de los demás? ¿se puede llegar a sentir plena una persona sin amor? ¿se puede llegar a ser feliz si no consigues lo que siempre quisiste, o por el contrario siempre habrá un agujero, un vacío que no se colme?
2
Todo lo que los demás han conseguido, lo he perdido en algún punto del camino, no sabría decirte si fui consciente o no, supongo que de algunas cosas fue inevitable porque el dolor desgarró la realidad, pero las otras... ¿en qué momento el deseo dio paso a la despedida? ¿en qué momento perdí los sueños?
3
Resulta que no tengo armas de mujer. No soy femenina, no mantengo el equilibrio ni en unos tacones diminutos y no sé maquillarme más allá del rímel. No tengo esas armas que se supone tenemos, no sé coquetear, ni poner ojitos de cordera, ni moverme al ritmo invisible por el que los hombres babean. Sé escuchar, y dar saltos (allá con mis 100 kgs.) cuando la música me llena.
No sé ser sutil, nunca aprendí, no tengo armas de mujer pero sigo siendo una mujer. Y amo, y río, y bailo dando saltos y escucho, pero si para enamorar tengo que echarme gloss, hacerme la interesante (¿no lo soy, ni siquiera un poquito?) entonces supongo que me quedaré con mis gatos, mis amigos, mi familia, pero sin un hombre que sepa cómo amar a una mujer sin armas de mujer.
No sé ser sutil, nunca aprendí, no tengo armas de mujer pero sigo siendo una mujer. Y amo, y río, y bailo dando saltos y escucho, pero si para enamorar tengo que echarme gloss, hacerme la interesante (¿no lo soy, ni siquiera un poquito?) entonces supongo que me quedaré con mis gatos, mis amigos, mi familia, pero sin un hombre que sepa cómo amar a una mujer sin armas de mujer.
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