martes, 31 de mayo de 2011

Cementerios, porque no todo es el terror en estado puro VI: Barcelona con Montjuic y Poble Nou


Uno de los cementerios más famosos, se encuentra en España, en Barcelona. Estoy hablando del Cementerio Montjuic o Cementiri de Montjuïc.
Tiene una superficie de 567.934 metros cuadrados y 152.474 sepulturas, y allí descansan muchas celebridades que fallecieron entre el año 1883 y 1936. Una de las tumbas más visitada es la Joan Miró, uno de los máximos exponentes del surrealismo.

Inaugurado en 1883, el cementerio de Montjuïc o del Sur-Oeste surgió por dos necesidades de la época. Por un lado, desde hacía veinte años se venía reclamando a la administración una nueva necrópolis y por otro lado, la construcción de un nuevo cementerio era algo novedoso y moderno que entraba dentro de los planes del alcalde de la época, Rius i Taulet.
El terreno escogido para la construcción del nuevo cementerio fue la montaña de Montjuïc: por una parte era un espacio vacío y grande (56 hectáreas), un lugar privilegiado desde donde se veía el mar. Por otra parte, estaba alejado del núcleo urbano, al lado de Can Tunis, donde vivían los marginados y la gente muy pobre, es decir, alejado de la ciudad porque la sociedad los rechazaba.

El proyecto fue encargado al arquitecto municipal Leandro Albareda, haciendo de un terreno de desniveles como la montaña de Montjuïc un espacio harmonioso, organizado y racional, trazando un eje de simetría de norte a sur, conformando un paisaje horizontal. Con el paso de los años se han ido incorporando otros proyectos que han ido "pisando" el original de Albareda. Aún así, recuerda a una inmensa ciudad silenciosa, ya que Albareda pensó en los habitantes de toda clase y distinción, aquí tienen cabida desde los pobres que se inhuman en una fosa común, hasta los ricos, que construyeron vastos panteones y ricas sepulturas, pasando por el común de clase media que adquirían nichos familiares.


Los panteones de Montjuïc, de múltiples estilos artísticos, recuerdan a las casas burguesas de la época. Una actividad del Día de Todos los Santos en antaño era ir a visitar los nuevos panteones que se había construido en los cementerios. Quizás por ello y por la historia de quienes están inhumados aquí, Cementiris de Barcelona, empresa que gestiona este cementerio, organiza rutas guiadas para conocer este patrimonio, como por ejemplo la Ruta Artística (que cuenta con 40 sepulturas) y la Ruta Histórica (que cuenta con 48 sepulturas). Dentro de los panteones más famosos artísticamente están, por ejemplo, el panteón Eduard Sevilla i Montoliu, de 1906 y famoso por su ángel que señala al cielo, del escultor Rafael Atché; el panteón de Jacint Verdaguer que data de 1903 o la sepultura de Nicolau Juncosa, impresiona por presentar al difunto "atrapado" por un esqueleto que representa a la muerte envuelta con un sudario. Fue un impacto para las gentes de la época.


Dentro de los famosos enterrados en este lugar encontramos a Santiago Rusiñol, escritor y pintor; Isaac Albéniz, pianista y compositor de ópera; Ramon Casas, artista retratista y pintor; Josep Clarà, escultor; Ildefons Cerdà, ingeniero urbanista; Buenaventura Durruti, anarquista; Lluís Companys, presidente Generalitat;
Enric Prat de la Riba, político o Salvador Puig Antich, último ejecutado a garrote vil.


Uno de los espacios más visitados es el "Fossar de la Pedrera", una tumba común donde los franquistas enterraron a más de 4.000 republicanos y catalanistas a los que ejecutaban sin piedad. Aquí se halla, desde el 1985, los restos del presidente Lluís Companys, fusilado también. Cada 15 de octubre en este lugar se realiza un acto de homenaje a Companys y a todos los caídos por la represión franquista.

Para difundir la idea de que el cementerio es el lugar natural de los difuntos, Cementiris de Barcelona ha creado un espacio para el esparcimiento de cenizas. Se llama "Jardí del Repòs" y contiene un espacio gratuito para depositar las cenizas ("Jardí d"Esparciment de Cendres"). También tienen el "Jardí dels Aromes", un "jardín" donde se inhuman las cenizas en urnas biodegradables y en su lugar crece una planta aromática de especie mediterránea. Y por último, el "Jardí de la Mediterrània", situado en la parte alta del cementerio, este lugar inaugurado en 2010 es similar a un bosque. En él se pueden esparcir gratuitamente las cenizas o existe la posibilidad de inhumar la urna biodegradable y plantar un árbol mediterráneo en su lugar.





El cementerio del Poblenou, también llamado Cementerio General de Barcelona, del Este, de Levante o Viejo, se inauguró el año 1775 por iniciativa del obispo Climent y fue destruido por las tropas napoleónicas en el año 1813. Entonces, el arquitecto italiano Antoni Ginesi se encargó de reconstruirlo y proyectó un recinto de estilo neoclásico, con espacio de entierros igualitarios y efecto de orden y serenidad. El cementerio ha sufrido numerosas ampliaciones, la más importante de ellas fue la construcción a mitad del siglo XIX del recinto de los panteones, donde los escultores más conocidos de la época dejaron su huella por encargo de la burguesía catalana. Hoy, el cementerio de Poble Nou reúne 30.768 sepulturas en un total de 53.632 metros cuadrados.



Quiero destacar algunas historias curiosas que no hay que dejar pasar si visitamos este lugar, como por ejemplo la historia del Santet de Poblenou, Francesc Canals i Ambrós, murió en 1899 a la edad de 22 años. Trabajaba en los famosos almacenes barceloneses de El Siglo y según la leyenda popular, antes de morir de tuberculosis el joven predijo el incendio que ocurrió en esta nave en 1932. No se sabe con certeza cuando el sepulcro de este chico se convirtió en un lugar de peregrinación o quien le otorgó el calificativo de "santo" popular, pero el caso es que la tumba de "El Santet" es objeto de devoción. Sus seguidores creen que el joven puede interceder ante Dios para obrar milagros, y por ello son muchos los que le rezan y le dejan mensajes, ofrendas y flores. Incluso los nichos vecinos han tenido que vaciarse para albergar todos los objetos que los fieles depositan en la tumba de este hombre objeto de culto pagano.

También es digno de ver el cenotafio que domina la avenida central del camposanto, erigido en honor a los médicos que cayeron intentando salvar la vida de muchos enfermos de fiebre amarilla que azotó Barcelona en 1821.


Quizás la obra escultórica más famosa del camposanto es la de El beso de la muerte. Representa un cadáver alado y un difunto, el ángel de la muerte se lleva las almas de los caídos al cielo. La escultura está acompañada de unos emocionantes versos de mosén Cinto Verdaguer: Mes son cor jovenívol no pot més; / en ses venes la sanch s'atura y glaça/ i l'esma perduda amb la fe s'abraça/ sentint-se caure de la mort al bes.

Dentro de los difuntos y panteones ilustres destacaría la sepultura de la familia Nadal, con el retrato de una mujer que acaba de morir, fiel reflejo de los importantes avances en medicina y ciencia que se sucedían en aquél tiempo (1868), como si el escultor hubiera querido retratar ese momento exacto del óbito.

El panteón de Antoni Bruguera i Martí es un edificio de mármol, de estilo neoclásico que alberga los restos de Antoni Bruguera i Martí, muerto con tan sólo 24 años en la época del Romanticismo. Quizás por eso en la cumbre del edificio reza la frase que hizo inscribir su adinerada esposa: "La muerte que todo lo destruye, no podrá borrar ¡Oh, sombra querida! El recuerdo del cariño de una esposa que te idolatraba".

Otros ejemplos de panteones que no deberíamos obviar son el panteón de la familia Pascual fue construido por Josep Vilaseca, quien construyó también el Arco del Triunfo de Barcelona; el panteón de la familia Formiguera, quien quiso que su profesión de farmaceútico tuviera importancia y así, se halla grabado el retrato del difunto, el atributo y símbolo típico del campo de la farmacia.

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