martes, 3 de agosto de 2010

La hoja


“No quiero caer” dijo la hoja colgada del árbol. “No sé qué me espera cuando caiga, tengo miedo”
“SI no te sueltas, nunca lo sabrás… y quizá sea algo bueno. Quizá, una ráfaga de aire te lleve volando y conozcas sitios nuevo, cosas diferentes…”
“Pero, ¿y si caigo y viene un barrendero y luego me quema junto al resto de hojas caídas?”
“Bueno… es una posibilidad, por supuesto, pero si no te sueltas, nunca lo vas a descubrir. ¿Acaso prefieres quedarte aquí? ¿hasta quedarte cubierta de escarcha, empezarte a pudrir o en el mejor de los casos ser comida de los gusanos y los pájaros? ¿No crees que llegado ese día puede que te arrepientas de no haberte soltado?”
La pequeña hoja enmudeció, y luego se dejó caer.
“Buena suerte” se despidió el árbol.

“Mira, mami, un árbol que habla, como el de Pocahontas” dijo un niño que se acercó sonriendo hasta el tronco, en el momento en el que una hoja, liviana y danzando, caía hasta casi sus pies.
El niño se agachó y cogió la perfecta hoja, sin una mancha, sin un roto, una hoja perfecta. Fue corriendo hasta donde estaba su madre y se la enseñó.
“Será genial para mi cuaderno”
Y así fue como la pequeña hoja terminó con un destino que nadie podría haber supuesto: en el cuaderno de un niño de primaria enamorado de la naturaleza y futuro botánico que estaba haciendo una colección de hojas. Gracias a los cuidados del pequeño, la hoja permaneció prácticamente inalterable durante muuucho tiempo, y conoció a un montón de hojas de lugares exóticos de los nunca había oído hablar.

1 comentario:

  1. Este relato no lo leí hasta hoy, no sé como es que no lo vi. "M`a gustao" me ha gustado, y mucho!!:P.

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