viernes, 6 de agosto de 2010

Camus


Moral y Política. Revista Combat 1944

-Es preciso saber que cada mediocridad consentida, cada negligencia y cada actitud cómoda nos hacen tanto mal como los fusiles del enemigo.

-[...] la libertad para cada uno es también la libertad para el banquero o para el ambicioso, es decir, la injusticia restablecida. La justicia para todos es la sumisión de la personalidad la bien colectivo. ¿Cómo hablar entonces de libertad absoluta? [...] Entonces, ¿hay que renunciar a este esfuerzo por algo aparentemente inalcanzable? No, no hay que renunciar, sino simplemente medir la inmensa dificultad y hacérsela ver a quienes, de buena fe, quieren simplificarlo todo.
Por lo demás, sepamos que, en el mundo de hoy, es el único esfuerzo por el que vale la pena vivir y luchar. Contra una condición tan desesperante, la dura y maravillosa tarea de este siglo es edificar la justicia en el más injusto d elos mundos, y salvar la libertad de esas almas destinadas a la servidumbre desde el comienzo. Si fracasamos, los hombres volverán a la oscuridad. Pero al menos, se habrá intentado.

Recopilación de frases

-"Demócrata, en definitiva, es aquel que admite que el adversario puede tener razón, que le permite por consiguiente, expresarse y acepta reflexionar sobre sus argumentos."

-Nada es más despreciable que el respeto basado en el miedo.

-... Yo, por el contrario, he elegido la justicia para permanecer fiel a la tierra. Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que algo en él tiene sentido y es el hombre, porque es el único ser que exige tener uno. Este mundo tiene al menos la verdad del hombre y es misión nuestra dotarle de razones contra el propio destino ...

-Para la prensa, como para el hombre, la libertad sólo ofrece una posibilidad de ser mejor; el servilismo no es más que la certidumbre de ser peor.

Moral y Política. Revista Combat 1946

El mundo es lo que es, es decir poca cosa. Es lo que desde ayer todos sabemos gracias al formidable concierto que la radio, los diarios y las agencias noticiosas acaban de desencadenar con respecto a la bomba atómica. En efecto, nos enteramos, en medio de una multitud de comentarios entusiastas, que cualquier ciudad de mediana importancia puede ser totalmente arrasada por una bomba del tamaño de una pelota de futbol. Los diarios norteamericanos, ingleses, y franceses se extienden en elegantes disertaciones sobre el porvenir, el pasado, los inventores, el costo, la vocación pacífica, las consecuencias políticas, y aún la índole independiente de la bomba atómica. En resúmen, la civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo…

Hay cierta indecencia en celebrar así un descubrimiento que se pone, primeramente, al servicio de la más formidable furia destructora de que el hombre haya dado pruebas. Nadie, sin duda, a menos que sea un idealista impenitente, se asombrará de que en un mundo entregado a todos los desgarramientos de la violencia, incapaz de ningún control, indiferente a la justicia y a la sencilla felicidad de los hombres, la ciencia se consagre al crimen organizado.

Rodear estas terribles revelaciones de una literatura pintoresca o humorística, no es soportable…Ya se respiraba con dificultad en un mundo torturado. Y he aquí que se nos ofrece una nueva angustia, que tiene todas las posibilidades de ser definitiva. La bomba debiera ser motivo de algunas reflexiones, y de mucho silencio.

Nos rehusamos a sacar de tan grave noticia otra conclusión que no sea la decisión de abogar más enérgicamente aún en favor de una verdadera sociedad internacional, en la que las grandes potencias no tengan derechos superiores a los de las pequeñas y medianas naciones; en que la guerra ( azote hecho definitivo por el solo efecto de la inteligencia humana) no dependa más de los apetitos o de las doctrinas de tal o cual estado.

La paz es la única lucha que vale la pena entablar.

Quiero terminar este post, citando una frase que Camus escribió al principio del libro, en la ” Advertencia Preliminar” : ” La verdadera desesperanza no nace ante una obstinada adversidad, ni en el agotamiento de una lucha desigual. Proviene de que no se perciban más las razones para luchar e, incluso, de que no se sepa si hay que luchar”.

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