viernes, 6 de agosto de 2010

No me hablen (18 de junio)


No me hablen de la gravedad, esto no es culpa de una estúpida manzana como tampoco la manzana tuvo la culpa del pecado original. A pesar de todo odio las manzanas, porque de pequeña siempre me comía una con el cola cao y me iba a gimnasia rítmica (sí, sí, aquí donde me ven) y me sentaba mal. Las únicas que me gustan son las ácidas, y mi estómago, que no se queja ni por la coca cola zero ni por el tabaco, se resiente con esto… está claro que una no puede ser sana.

No me hablen tampoco de la amistad, porque sé perfectamente lo que es un amigo, lo que es un conocido y lo que es una mentira que creemos leyenda. Dedos nos sobran a todos a la hora de la verdad, aunque cueste reconocerlo, da igual los cientos que tengas agregados, de verdad, esos dan igual.

No me hablen de autoestima, ego, narcisismo, poner la espalda recta, sonríe más, échate rimel mejor, si te peinaras de esta manera, si te pusieras de nuevo a régimen, qué pena con lo guapa que estabas y cómo has engordado, mira si te tiñes que ya te salen canas, un poquito de tacón hace mucho, por qué no te pones más faldas, te regalo unos pendientes…

No me hablen como si yo fuera una rompecorazones, porque ni lo he sido, ni lo soy ni lo seré nunca. Mis labios atraen, y mi cuerpo rechaza, soy como un imán con los dos polos en una misma persona., ya lo hemos vivido, lo hemos sufrido y lo hemos asimilado. Nunca engaño, no miento, pongo en sobreaviso, pero no me creen, y se oye el batacazo de sus fantasías, que no es peor que los ojos de asombro y desconcierto que no se ocultan bajo una sonrisa falsa.

No me hablen de luchar más, de luchar menos, de que no persigo mis ideales, mis metas, mis sueños, cuando la metas de ustedes siguen con la misma idea, día tras día y año tras año sin tampoco intentarlo, por pereza, cobardía o indecisión, mientras siguen sentándose delante del televisor viendo pasar a una persona que cobra cien millones al mes, o sesenta, o incluso diez, para mí los quisiera.

No me hablen de promesas que se hacen para no cumplir, de te quieros dichos muy a la ligera, de sueño contigo pero no es cierto, porque se sueña con un ideal que no existe, de horas pensando en mí que se evaporan en lo que se tarda en ver un fotograma. Todos hemos tenido sueños que se han transformado en pesadillas.

No me hablen de nada, mejor, porque hoy quizá esté un poquito irascible, decepcionada, triste, harta, sola y no me soporto ni yo misma, ni les soporto a ustedes, y, por una sóla vez, sean sinceros consigo mismos, al fin y al cabo, ustedes tampoco me soportan.

Buenos días.

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