martes, 24 de agosto de 2010

NS/NC




Pensó que se había levantado más animada pero no era cierto. Cuando ha visto lo feliz que está él se ha sentido humillada. Idiota.
Dijo que se alegraría por él pero no era cierto, así que supone que ella también ha mentido.
Sigue sintiéndose cansada aunque anoche durmió algo más, y la comida le sigue sentando mal. Al menos está adelgazando. El ruido la molesta y la gente feliz también. No puede ver películas románticas ni parejas besándose. Ha dejado de leer a uno de sus escritores preferidos porque siempre le ha recordado a él, y de escuchar canciones que la encantaban porque se las había regalado con todo su amor.
Sabe que es egoísta, pero verle alegre le hace preguntarse si sus te quieros eran ciertos, y la respuesta que más acude a su mente es que no.
Ha comenzado a odiarle, no porque así sea más fácil sino porque es lo que siente. De todas maneras, él no va a saber nada porque no va a volver.
Debería ser lo suficientemente fuerte como para no verle más ni preguntar por él pero todavía no puede.
De verdad de la buena que necesita llorar de una vez, gritar, romperlo todo.
Como decía Alberto Cortez, "de qué sirve la vida si a un poco de alegría le sigue un gran dolor".

Sigue camino del trabajo, espera, se calza la sonrisa, así, buena cara, que parezca que se entera de algo.

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