sábado, 17 de julio de 2010

Tocada y hundida, como el Titanic


Odia la crueldad, sobre todo aquella que se aprovecha de los sentiemitnos de los más débiles. Ella ayer fue muy cruel, con toda la mala intención posible, con alevosía, guiada por una furia, que, efectivamente, ciega. Lo había pasado mal y se sentía un juguete, un yoyo, y ante las nuevas palabras hirientes rebuscó en lo más profundo de sí para encontrar una respuesta que dejara a la otra persona fatal. No importa si surtieron efecto o no, lo que importa es que lo hizo llevada por un rencor malsano que lo peor es que no se ha ido del todo.
No toda la culpa fue de ella, de hecho la situación, vista desde ahora, cree que fue provocada con la intención de que saltara de una vez y dejara de lado su, llamémosle, diplomacia.
Aún así, cree que hizo mal, y se siente arrepentida. Ojalá fuera fácil acercarse de nuevo, pero teme que la responda Mr. Hyde y pierda el poco equilibrio que le queda.

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