Pienso en todas las miradas que han pasado por mis sueños y en todas las iniciales pintarrajeadas en carpetas y cuadernos a lo largo de mi vida. Podríamos jugar a los acrónimos pero siempre saldría el mismo resultado: SOLEDAD.
Tú no, tú no estás ahí, a ti te tengo grabado a fuego.
No encuentran las palabras para preguntarme lo que facilita que yo tampoco tenga respuestas. No todos los amores son catalogables y este se lleva la palma a la incomprensión, incluida la nuestra.
Sufrí tanto tu ausencia que ya sólo queda resignación. Aún así, no cogerte de la mano a veces es realmente duro. Siempre podría achacarlo a la inercia, aunque creo que no colaría.
Echo de menos tu mano en mi espalda. Cortarte el pelo, a pesar de los trasquilones. Cocinar para dos (ya ni siquiera cocino). Preguntarte qué pendientes me pongo. Echo de menos poder escuchar a Per Gessle. Lo felices que fuimos. Echo de menos creer que éramos la pareja que estaríamos juntos hasta ser ancianos.
Seamos sinceros, somos complementarios. Hasta que encuentres a alguien.
Echar de menos el recuerdo de lo que fuimos, de lo que pudimos llegar a ser, y preguntarnos por qué nos hemos perdido en el camino
ResponderEliminarEchar de menos lo que fuimos, no el recuerdo... pero sí.
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