jueves, 16 de junio de 2011

Cinco personajes literarios masculinos de los que me enamoré III



Darcy es, como lo han definido, probablemente el mejor partido de la literatura y está considerado como uno de los mejores personajes masculinos de toda la literatura inglesa. Creado por Jane Austen para su novela Orgullo y prejuicio, publicada originalmente en 1813, Fitzwilliam Darcy es un caballero inglés de 28 años, de buena familia, con 10,000 libras al año y que vive en Pemberley. Se le ve en la novela como un joven agradable, atractivo y con muy buena educación, claro que pertenece a la aristocracia.

Llega a Netherfield Park con su mejor amigo, Charles Bingley. Si bien éste había sido el primer objetivo de todas las señoras como posible marido para sus hijas, al conocer la fortuna de Darcy (superior a la de Bingley) todo el baile parece verle como el más atractivo de los dos, hasta que muestra su comportamiento “desagradable”. En ese primer baile desprecia a Elizabeth, dando a entender que no es lo suficiente atractiva como para merecer su atención. Elizabeth lo oye, y nace en ella un profundo desagrado hacía Darcy.
Al principio Darcy parece un personaje frío, orgulloso, distante y arrogante. Pero esa primera impresión es errónea. El orgullo de Darcy no es más que un máscara que le protege, en realidad es leal, comprensivo, protector, dulce y sincero.


Como curiosidad, contaros que Helen Fielding, autora de El diario de Bridget Jones, declaró en varias entrevistas que su novela está basada en el trabajo de Jane Austen en Orgullo y Prejuicio y su popular adaptación de la BBC en 1995. Esto también se vio reflejado cuando Colin Firth fue elegido como Mark Darcy, ya que él interpretó al Sr. Darcy "real" en la adaptación de la obra de Austen. He de reconocer que a mí,
particularmente, me encanta este actor y creo que borda perfectamente su personaje.

En las distintas adaptaciones que ha sufrido la obra de Austen, Fitzwilliam Darcy ha sido interpretado por actores como Colin Firth o Matthew Macfadyen.



Cuando el señor Darcy le entregó esta carta no esperaba Elizabeth que renovase en ella sus ofrecimientos, pero tampoco esperaba, ni mucho menos, un contenido semejante. Es fácil suponer con qué ansiedad leyó cuanto decía y qué emociones más contradictorias levantó en su pecho. Sus sentimientos no podían definirse claramente mientras leía. Vio primero con asombro que aún encontraba Darcy disculpas a su conducta, cuando ella estaba firmemente convencida de que era incapaz de encontrar explicación alguna que un justo sentido del decoro no le obligase a ocultar. Empezó la lectura de lo ocurrido en Netherfield poseída de un fuerte prejuicio contra todo lo que él pudiera decir. Su curiosidad era tan intensa que apenas le dejaba lugar para la reflexión, y la impaciencia por saber lo que veía después le quitaba capacidad para atender al sentido de la frase que tenía delante de los ojos. Juzgó en el acto una solemne falsedad el que Darcy dijese estar convencido de que Jane era insensible al afecto de Bingley. La exposición de las verdaderas y peores objeciones que hacía a la boda despertaron de tal manera su indignación que le quitaron todo deseo de hacer justicia a Darcy. Elizabeth no se contentaba con aquellas expresiones de sentimiento por lo que había hecho; su estilo no era el de un arrepentido, sino el de un hombre altanero. Toda la carta era puro orgullo e insolencia. “

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